martes, 29 de marzo de 2016

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La MLB regresó a México después de 12 años de ausencia. Como la mayoría de las cosas en la vida, entre mayor es la espera por algo que se ansía, el sabor de su llegada es mejor. Houston Astros y San Diego Padres nos regalaron dos partidos que para los presentes, jamás serán olvidados. Los encuentros no dejan de ser de entrenamiento, pero eso a la afición le importó poco. Sumando a esto, ambos equipos venían con la disposición de entretener, de divertir a los fans y darles algo que habían esperado por años. Cuando un deportista tiene la actitud correcta, el aficionado lo puede ver. Autógrafos, bolas regaladas al por mayor y una sonrisa de los atletas le dieron un toque especial al evento. Por supuesto, como es una costumbre en el béisbol, el ambiente es sumamente familiar. Se podría decir que este deporte es el que más accede a que padres e hijos vayan a un estadio a disfrutar de un juego sin el riesgo de que se dé algún tipo de violencia. Durante el primer juego los Astros se dieron un festín y casi completan la blanqueada. En la última entrada los Padres lograron poner una carrera en la pizarra, pero hasta ahí. La noche vio a un Houston inspirado con Leo Heras, el mexicano, dando una buena actuación. La ex estrella de los Diablos Rojos quiso lucirse en su tierra y lo consiguió. Un buen desempeño del nacido en Tijuana le dio la oportunidad de hacerse sentir como en casa de nuevo. 11-1 fue la pizarra al final del juego del sábado en una noche excelente. El duelo del domingo nos dejó con un resultado completamente diferente. Los Padres se desquitaron y vencieron por paliza a los Astros. Aunque el calor hacía que la afición llegara con gorras y gafas oscuras, eso no les impidió hacerse presentes y animar como sólo un fan de este deporte lo sabe hacer. La pizarra terminó 20-6 a favor de San Diego. Terminó en un tarde con un viento que aplacaba el calor y con puras sonrisas de los respetables.

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